Lo que más temo no es de ti que me lleves
sino que me embosques y sorprendas aún joven
por este tránsito penar, y que sin tiempo
me dejes en memoria de unos pocos
que se atrevan a recordar mi nombre
si no te llevas eso también contigo
a donde quieras que me lleves llegada la hora.
Déjame de viejo la circunstancia
que nos obligue al pago de lo consumido,
me reconfortaría si llego así para verlo
y te estaría agradecido
si la gratitud fuese moneda de cambio
en el otro mundo.
Pero si al final la barrera que se cierre tras la muerte
sea lo último que divisemos
y llegado el día que mirando de frente al espejo
el reflejo me lleve a la nada
y mi alma ausente me deje
y mi cuerpo se aparque en el camino como una roca
moldeable por la lluvia y el viento, pero inerte
sin más forma que el desperdicio de lo que hoy en día soy
– nada-
pregúntales a los ausentes que aquí me dejaron
el por qué de esta existencia, fría, inútil,
porque aunque no hablen los muertos, ni pidan excusas
quisiera comprender tanta locura que sufro en mis adentros
y saber aunque nunca sepa nada
que mi existencia es tan importante
como la de la hoja que se lleva el viento
y termina en la memoria de la belleza
que el otoño nos regala.
Si la respuesta es que no importo nada, no me importa
yo sé que para ti existo
porque me buscas
porque me tienes en tu lista
y aunque no sea más que otro nombre que quizás no te importe
me llevarás contigo, y esa carga
ligera o pesada
será la prueba de la importancia de mi triste vida
que como una hoja que se la lleva el viento
termina en la memoria de la belleza
que la vida nos regala.
Gallego Rey. Derechos Reservados.