
Mis pensamientos son tan efímeros que en ocasiones me siento como un pez que sobrevive nadando sin sentido siempre a contra corriente. Lo sé porque me cuesta trabajo avanzar, y porque la memoria de este mundo es tan cambiante, que lo mismo lo que ahora es cierto, cuando termine de escribir esto ya no lo será. Por eso guardo aquí muchas de las cosas que me pasan por la cabeza, como señales imperecederas en el tiempo que me permitan dibujar un mapa que dé sentido a mi insensatez de mostrarle al mundo mi insignificancia.