Costa Da Morte

Escojo como un fantasma
cada atardecer donde colocar
al sol caído mientras estallan furiosas las olas,
después,
sin el anochecer,
regresan al abismo de Neptuno
para recordar que el sol ya estaba muerto, carente de dolor.
Así comienzo la alquimia;
trasteando entre los acantilados
sueños que entre sueños esperan
repletos de manos agrietadas
y barcos hundidos envueltos en silencio con la catástrofe a cuestas.
Yo también permaneceré muda
fascinada estudiando cada alucinación, cada aullido de roca
y de sirena de puerto, donde se traspasan los lamentos de madres a hijos con la misma
rigidez que se construye la felicidad en la mar.
A la mañana,
el azar o la muerte,
no hay más laberintos que escrutar,
y todos pagan el precio que pido
sin más miedo a la noche que no llegue un nuevo día.

Hoy no habrá tormenta;
aún estoy contando
los últimos muertos.

Gallego Rey. Derechos Reservados.

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